my pet!

Tuesday, April 17, 2007

La Baraja de Ziggy





Caminaba la noche húmeda hasta notar el ahogado sonido de mi zapato sobre plástico duro. Grande fue mi sorpresa cuando nueve copas impresas en un naipe de baraja española me miraban.

Pensé en deshacerme del asunto, pero más fue el significado de este como contenedor del misterio del azar. Pensé que Fortuna no suele enviar telegramas, pero luego concluí que era un fenómeno irregular, pero no más que los que construyen la historia diaria en un mundo ordinario.

Deposité la estampa en mi bolsillo, y me dejé llevar por la divagación, en lo que el sentido humano de un juego de cartas puede significar, en cuanto el deseo eterno de domar lo impredecible; la magia y el triunfo de ser capaz de manipular las probabilidades, de imponer voluntad al caos informe e inconmensurable de lo que puede llegar a ser el siguiente segundo. Pensé en lo cotidiano de un juego de cartas, y salté a la idea de dos astronautas haciendo barajas encerrados en su huevo de plástico y metal, ajenos al hecho de ser milagros en un espacio entrópico, anomalías en la muerta inmensidad del Cosmos.

Quizás el Mayor Tom estuviera haciendo solitarios en la cara oculta de la luna, sonriendo al ver que aún fuera de la azul Tierra, seguía deseando ser señor del destino y amo del azar.


La siguiente carta fueron diez picas de un naipe inglés, encajado en periodicos abandonados a la entrada de tu puerta, puerta que abandoné una tarde, arrastrando mi parte de la historia y la totalidad de mis cosas fuera de tu vida ajena y dolorosa desde treinta y cinco minutos antes, cuando el telón negro nublo mi vista solo para escuchar las palabras Fin y Adiós salir de tu boca como cerrojos y escalpelos que cortaron proyectos y cerraron futuros.

Diez picas que se clavaron en mis retinas cuando abandone lo que era, y me atravesaron el entendimiento, como imágenes demasiado rápidas para ser vistas, pero aun así percibidas.

Recordé el ultimo video que te regale, "Heroes" , y pensé en la ironía de pensar que podemos ser héroes, sin saber que no todos los héroes vencen, y la mayor cantidad de ellos son héroes de final trágico, con el corazón partido y el alma envuelta en regalo para el querido enemigo.

Deslicé la carta en mi bolsillo, solo para encontrar la primera, y comprender que a un capítulo sigue a otro, hasta completar una novela, y esta una vida.

La última carta golpeó directo mi pecho cuando el metro entró en la estación.

Cuatro Bastos azotaron mis recuerdos al tiempo que me enteraba de tu partida del país y tu cambio a mujer de alguien en la proximidad de los meses.

Reí en el dolor, aullando en medio de espejos y fierros, gente y plásticos.
Reí y luego lloré, soltando trozos de ser en cada sollozo, en cada estertor, en cada rechinar de dientes, mientras me derramaba sobre la baldosa fría de la estación.

Tres cartas había en mi mano mientras cruzaba la línea de seguridad del andén, y en las pantallas del Metro, Bowie cantaba Wild is the Wind.

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